VER COMO SOMOS VISTOS




VER COMO SOMOS VISTOS

Autor: Felisindo Rodríguez, con asistencia de IA en la redacción.

“Ahora vemos como en un espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; entonces conoceré como soy conocido.”
(1 Corintios 13:12)

“Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esta montaña: ‘Muévete de aquí allá’, y se movería. Y nada os sería imposible.”
(Mateo 17:20)

Esta frase de Jesús siempre ha sido una especie de bandera para quienes creen en el poder transformador de la fe. Pero también ha generado escepticismo, como si fuera una exageración poética o una licencia espiritual. ¿Y si no lo fuera? ¿Y si Jesús estaba hablando con una precisión que recién ahora —en la era de la física cuántica— comenzamos a entender?

La materia como posibilidad

La física cuántica, esa rama desconcertante y fascinante que estudia lo más íntimo del universo, nos dice algo muy audaz: que la materia, en su estado más profundo, no está hecha. No del todo. Al menos, no hasta que es observada.

Una partícula subatómica, como un electrón, no tiene una posición definida hasta que alguien o algo la mide. Antes de eso, existe como una superposición de estados: está “aquí” y “allí” al mismo tiempo. Es una nube de posibilidades.

Y lo más extraño: esas posibilidades no son abstractas. Pueden interferir entre sí como olas, generando patrones de interferencia reales y medibles. Es decir, lo que podría suceder afecta a lo que efectivamente sucede.

¿Quién colapsa la realidad?

El momento en que se observa una partícula —cuando la medimos, la miramos o interactuamos con ella— esa nube de posibilidades colapsa en una realidad concreta. Es como si el universo, enfrentado a una conciencia que mira, se viera obligado a elegir una forma definida de sí mismo.

Y aquí viene la pregunta crucial: ¿Quién observa al universo?

Los experimentos cuánticos exigen un “acto de observación”. Una interacción que no pueda deshacerse. Pero si abrimos esta idea desde una mirada espiritual, ¿no podríamos decir que el universo es, en sí mismo, observado por una Conciencia Trascendente, a la que llamamos Dios?

"En el principio, todo era posibilidad. Y dijo Dios: hágase la luz. Y la posibilidad colapsó en realidad."

Ver como somos vistos

Quizás el secreto de la frase de Jesús no esté en mover montañas con pensamiento mágico, sino en aprender a ver como somos vistos.

Dios no nos ve como lo que somos ahora, limitados, rotos, encerrados en una realidad que parece inamovible. Él nos ve desde lo eterno, desde nuestra máxima posibilidad. Desde una superposición luminosa donde somos santos, completos, capaces de amar y transformar.

Cuando uno comienza a ver el mundo desde esa mirada, cuando se alinea con esa conciencia que trasciende el tiempo y la materia… entonces la realidad responde.

Quizás eso sea la fe: una mirada que colapsa la "posibilidad" en "milagro".

La montaña como símbolo de lo fijo

La montaña es símbolo de lo material, de lo que “no se puede cambiar”. Pero Jesús no elige ese ejemplo por capricho: elige el más sólido, lo más incuestionable, para decirnos que ni siquiera eso es definitivo.

Porque la materia no es absoluta. Está hecha de partículas, y estas de campos de posibilidad. Y esos campos, como vimos, responden a la observación.

¿Y si tuviéramos la fe suficiente para mirar esa montaña como Dios la ve? ¿Y si pudiéramos tocar, con nuestra fe, el nivel más profundo de lo real? Entonces, tal vez, la montaña no tendría más remedio que moverse.

El observador eterno

Creer no es convencer a Dios de que haga algo. Creer es alinearse con su mirada, con su acto creador. Es entrar en comunión con el Observador eterno.

Cuando Jesús dice que la fe mueve montañas, no está usando una metáfora optimista. Está diciendo una verdad cuántica, espiritual y ontológica: que la realidad cambia cuando alguien la mira con la fe de Dios.

Y esa fe, aunque sea del tamaño de una semilla, contiene en sí el poder de reescribir la materia.

Porque la materia no es más sólida que la mirada que la sostiene.

Y si aprendemos a vernos como somos vistos... nada nos será imposible.


📚 Bibliografía sugerida

🔬 Física cuántica y filosofía de la ciencia

  • Heisenberg, Werner. Physics and Philosophy: The Revolution in Modern Science. Harper Perennial, 2007.

    Una obra clásica del padre del principio de incertidumbre, que reflexiona sobre los límites del conocimiento y el papel del observador.

  • Rosenblum, Bruce y Kuttner, Fred. Quantum Enigma: Physics Encounters Consciousness. Oxford University Press, 2011.

    Accesible y provocador. Explora con claridad la relación entre la conciencia y el colapso cuántico.

  • Penrose, Roger. The Emperor’s New Mind. Oxford University Press, 1989.

    Profundiza en los límites de la inteligencia artificial y la conciencia desde una mirada matemática y cuántica.

📖 Teología, espiritualidad y fe como percepción

  • Guardini, Romano. El Señor. Ediciones Cristiandad, varias ediciones.

    Reflexiona profundamente sobre las palabras de Jesús, incluyendo el sentido espiritual y existencial de la fe.

  • Von Balthasar, Hans Urs. La gloria y la cruz. Herder, 1997.

    Profundiza en el misterio de la revelación, donde el ver y el ser visto son ejes del encuentro con Dios.

  • San Agustín. Confesiones.

    Repite muchas veces la idea de que Dios “ve más adentro que uno mismo”, una anticipación espiritual del “ver como somos vistos”.

🔄 Puentes entre ciencia y fe

  • Zubiri, Xavier. Naturaleza, Historia, Dios. Alianza Editorial, 2007.

    Aborda la relación entre realidad, conocimiento y trascendencia desde una razón abierta.

  • Polkinghorne, John. Quantum Physics and Theology: An Unexpected Kinship. Yale University Press, 2007.

    Físico y teólogo anglicano que propone una lectura integradora de la cuántica y la fe.

  • Tipler, Frank J. The Physics of Immortality. Doubleday, 1994.

    Un enfoque controversial pero apasionante sobre cómo ciertas interpretaciones de la física podrían implicar dimensiones teológicas.



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