SOY O ME PERCIBO?


¿SOY O ME PERCIBO?  

*"En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario."*  

— George Orwell  

Por Felisindo Rodríguez
Farm. Indust. MN8788  

En mi blog **Distrito 9**, en el artículo "Homo Sapiens Imperfectus", mencionaba la existencia del cerebro trino: reptiliano, mamífero y humano. Reflexionaba sobre cómo el primero, de alguna manera, sigue condicionando nuestro comportamiento, siendo responsable, lamentablemente, de muchas de las miserias que aún aquejan a los seres humanos.

Existe un elemento que se suma a lo mencionado y que, aunque puede entremezclarse, posee identidad propia: nuestra capacidad de sugestión. La mente humana, por su naturaleza social y adaptativa, está constantemente expuesta a influencias externas e internas. Desde la persuasión social hasta procesos más profundos como la autosugestión y la hipnosis, el ser humano demuestra una capacidad única para ser moldeado y adaptarse a las circunstancias. Esta maleabilidad de la mente nos hace susceptibles a influencias externas que pueden alterar nuestras percepciones y comportamientos de manera significativa.

De esta característica de nuestra mente se nutren muchas terapias alternativas como la hipnoterapia, el mindfulness, el biofeedback, el Reiki, la terapia de vidas pasadas, las constelaciones familiares, y los registros akáshicos, entre otras. Además, también la explotan corrientes de pensamiento e ideologías que buscan manipular nuestras mentes con fines oscuros, como la ideología de género, las corrientes queer, el movimiento woke, etc. Estas ideologías se basan en medias verdades y utilizan palabras talismán que no pueden ser cuestionadas, tales como "libertad", "solidaridad", "tolerancia" y "ecología", para imponer sus visiones antroposocioculturales, ejerciendo una fuerte presión sobre quienes no están de acuerdo.

Así, estas corrientes penetran en el arte, la educación y la política, utilizando estos medios para acceder a mentes en formación, fácilmente influenciables.

La ideología de género sostiene que las identidades de género son construcciones sociales y que la biología no define necesariamente el género de una persona. Esta corriente afirma que las personas pueden autodefinirse según su experiencia subjetiva, desafiando las concepciones tradicionales de lo masculino y lo femenino. En este sentido, abogan por una desconexión entre el sexo biológico y el género, reconociendo diversas formas de identidad más allá de lo binario (hombre-mujer).

Al apartarnos de los principios naturales que regulan nuestra especie, se abre la posibilidad de que cualquiera pueda percibirse como algo distinto a lo que es. Y lo que debería tratarse como una patología psicosocial no solo se acepta, sino que se convalida. La identidad no es una construcción arbitraria, sino una realidad vinculada a la esencia misma del ser humano, creada a imagen y semejanza de Dios para los creyentes, y basada en principios naturales para quienes no lo son.

La presión ejercida por los medios para modificar la percepción de los espectadores, de modo que acepten estas ideologías como verdaderas y positivas, es tremenda. Un ejemplo claro es la película "Lobo", con guion y dirección de Nathalie Biancheri, disponible en Netflix, en la que pacientes jóvenes que se perciben como animales son internados en una institución para tratarlos. El filme presenta a un director sádico y malvado que tortura a los pacientes, mientras que uno de los jóvenes se escapa y termina feliz, desnudo en el bosque, oliendo las plantas con éxtasis. Mensaje subliminal: "las terapias no solo no sirven, sino que son malignas, y la libertad de percibirse como uno quiera, aunque sea como un animal, es buena". Ejemplos como este abundan en los medios de información.

Así, vemos cómo se intenta cambiar la naturaleza misma del ser humano, desintegrándolo de su dimensión biológica, psicológica y espiritual. La identidad sexual no es simplemente un constructo social, sino una verdad inscrita en la naturaleza humana, que nos llama a vivir en armonía con el plan divino.

Planteado el "qué" y el "cómo", nos queda preguntarnos el "por qué".  

¿Qué intereses hay detrás de estas corrientes de cambio?  

¿Es realmente un salto social hacia una nueva cultura o es solo el producto de una manipulación a gran escala para alcanzar otros fines?  

¿Qué ocurre cuando estas ideologías se instalan? ¿Mejora la sociedad o se transforma en algo ameboide y fácilmente manipulable?

¿Nos sometemos como dóciles participantes en una sesión de magia e hipnosis, o tomamos partido con un pensamiento crítico, haciendo valer la realidad sobre esas falsas verdades?

Una cosa es cierta: en libertad, cada uno puede vivir su propia experiencia de autopercepción, pero lo que no puede es pedir a los demás que sientan o vean lo que él percibe, apartándose de la realidad. Tampoco debería ser el Estado quien financie, con el dinero de todos, prácticas médicas, quirúrgicas o farmacológicas para conformar a aquellos que se perciben de manera distinta a lo que son.

Sin querer caer en teorías conspirativas, nos quedará para otra entrada explorar el mundo de aquellos que, por su poder, pretenden regir el destino del mundo desde las sombras, y conocer sus intereses.

17/09/2024  

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