Inglaterra, el primer Narco-estado
Inglaterra, el primer Narco-estado
"Las Guerras del Opio y la raíz del narcotráfico moderno"
por Felisindo Rodriguez
Resumen:
Hay hechos que, al ser observados desde el presente, adquieren una nitidez perturbadora. La Guerra del Opio —o más exactamente, las dos guerras del opio entre China e Inglaterra durante el siglo XIX— no fueron simples episodios coloniales, sino el origen de una maquinaria global donde la ganancia y el poder justificaron la adicción de pueblos enteros. Si el narcotráfico es hoy uno de los flagelos más complejos y difíciles de erradicar, quizás sea porque su semilla nació precisamente allí: en una estructura donde Estado, empresa y corrupción se fusionaron bajo la bandera del “libre comercio”.
Breve reseña historia:
A comienzos del siglo XIX, Gran Bretaña se encontraba en plena expansión imperial. Desde su colonia en la India exportaba té, seda y porcelana desde China, pero el comercio era desigual: los británicos pagaban en plata y las reservas de metales preciosos se agotaban. La solución fue tan rentable como inmoral: inundar China con opio producido en la India. Era el modo perfecto de recuperar plata y equilibrar la balanza comercial. Detrás del discurso de la libertad económica se escondía un negocio estatalmente organizado: la Compañía Británica de las Indias Orientales —brazo comercial del Imperio— cultivaba y monopolizaba la producción de opio, mientras el gobierno británico protegía con su flota el tráfico hacia los puertos chinos.
Cuando el emperador Daoguang decidió frenar aquella marea de degradación que ya consumía a millones de sus súbditos, nombró al comisionado Lin Zexu para erradicar el opio de Cantón. Lin destruyó más de 20.000 cajas de droga y escribió a la reina Victoria implorando justicia y humanidad. Su carta, una de las más dignas piezas morales del siglo XIX, nunca obtuvo respuesta. En cambio, Gran Bretaña envió su armada. La Primera Guerra del Opio (1839–1842) terminó con la humillación de China, la cesión de Hong Kong y la firma de tratados desiguales que abrieron los puertos y legalizaron el comercio del veneno. La Segunda Guerra del Opio (1856–1860) profundizó la herida: se impusieron más concesiones, indemnizaciones y la obligación de permitir la importación de drogas.
La historia oficial europea lo llamó “victoria comercial”. En realidad, fue el primer triunfo del narcotráfico a escala global. Un Estado moderno, con parlamento y monarquía, actuó como si fuera un cartel: controló la producción, dominó el mercado, protegió las rutas y utilizó la guerra como herramienta de distribución. No hubo entonces la violencia fragmentaria de los carteles actuales, sino algo peor: la legalidad imperial del delito.
Realidad hoy
Este precedente explica por qué el narcotráfico contemporáneo no es una anomalía sino una repetición. Detrás de cada plantación ilegal, de cada puerto corrupto o cada banco que lava dinero, existe la misma lógica: el interés económico y político por encima de la vida humana. En el siglo XIX el opio fue la mercancía perfecta; hoy lo son la cocaína, el fentanilo o las anfetaminas. Cambian los nombres y los actores, pero el sistema permanece. No es solo un problema criminal: es una estructura económica global que necesita sostener la demanda y garantizar las ganancias.
Los Estados, ayer como hoy, enfrentan una contradicción ética. Condenan públicamente el narcotráfico, pero sus economías muchas veces dependen de los flujos financieros que este genera. Los bancos lavan capitales, los gobiernos miran hacia otro lado y la corrupción se infiltra en los niveles más altos del poder. La lucha contra la droga fracasa una y otra vez porque los intereses que la sostienen no están en la periferia, sino en el centro mismo del sistema financiero mundial.
Por eso la historia de las Guerras del Opio no es un episodio antiguo: es una advertencia. Muestra cómo un Estado culto, cristiano y parlamentario puede transformarse en un imperio narcotraficante cuando la codicia se vuelve política de Estado. Muestra también que las palabras “libertad” o “comercio” pueden volverse máscaras ideológicas que justifican la dependencia y el sometimiento.
Consecuencias:
China, un siglo y medio después, aún recuerda aquel agravio como la “humillación nacional”. Pero tal vez la lección más profunda sea universal: ninguna sociedad está a salvo cuando el dinero se convierte en su dios. La adicción colectiva no empieza con una jeringa ni con una línea blanca, sino con la tolerancia moral al lucro injusto.
Si hoy los gobiernos se declaran impotentes frente al narcotráfico, es porque no han cortado la raíz de esa historia: la alianza entre poder económico y poder político. La droga es solo el vehículo visible de una corrupción más antigua: la de un sistema que sigue considerando a las personas como medios y no como fines.
Conclusión:
Recordar las Guerras del Opio es recordar el precio que se paga cuando la codicia se institucionaliza. Inglaterra no solo ganó una guerra; perdió su autoridad moral. Y el mundo entero heredó su modelo. Si queremos realmente combatir el narcotráfico, no basta con destruir plantaciones o encarcelar traficantes: hay que enfrentar la estructura invisible que lo alimenta.
Esa estructura, nacida en el siglo XIX bajo el estandarte del comercio, sigue hoy disfrazada de progreso.
Bibliografía sugerida
1. Julia Lovell — The Opium War: Drugs, Dreams and the Making of China (Picador, 2011).
Una obra exhaustiva y moderna que combina historia militar, política y cultural. Lovell muestra cómo el conflicto marcó el nacimiento de la China moderna y la expansión global del narcocapitalismo.
2. Carl A. Trocki — Opium, Empire and the Global Political Economy: A Study of the Asian Opium Trade 1750–1950 (Routledge, 1999).
Analiza el opio como motor económico del Imperio Británico y como antecedente de las economías ilegales actuales. Un clásico del enfoque “imperio-droga”.
3. William Jardine y James Matheson — Correspondence and Papers on the China Trade (siglo XIX).
Documentos originales de los principales comerciantes británicos del opio. Revelan el cinismo comercial y la estructura de poder detrás del negocio.
4. John K. Fairbank — Trade and Diplomacy on the China Coast: The Opening of the Treaty Ports, 1842–1854 (Harvard University Press, 1953).
Obra académica que describe con precisión los tratados desiguales y cómo desmantelaron la soberanía china. Esencial para entender el nacimiento del “libre comercio” imperial.
5. Amitav Ghosh — Sea of Poppies (John Murray, 2008).
Novela histórica basada en fuentes reales sobre el comercio del opio y la vida en la India colonial. Una visión literaria y profundamente humana del sistema narcocolonial.
6. Alfred W. McCoy — The Politics of Heroin: CIA Complicity in the Global Drug Trade (Lawrence Hill Books, 2003).
Extiende el análisis hasta el siglo XX, mostrando la continuidad del vínculo entre geopolítica y tráfico de drogas. Un libro clave para conectar pasado y presente.
7. Jack Beeching — The Chinese Opium Wars (Harcourt, 1975).
Relato claro y documentado, de estilo narrativo, que explica las guerras desde la perspectiva de sus protagonistas y las consecuencias morales para Occidente.

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