El Misterio del Don de la Libertad
Por Felisindo Rodriguez
2/10/2025
Cuando la Iglesia contempla el relato de la Creación en el Génesis, encuentra no solo un acto de amor divino, sino un misterio teológico profundo que ha ocupado a los Padres de la Iglesia, los Doctores y los teólogos durante dos milenios. ¿Por qué Dios, en su infinita sabiduría, eligió crear al ser humano con la capacidad de elegir, incluso de rechazarlo?
## El Consejo Divino y la Imago Dei
“Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26). Ese plural ha sido interpretado por la tradición patrística como la Trinidad en diálogo creador. Pero inmediatamente después del pecado original, encontramos otra declaración trinitaria inquietante: “He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal” (Gn 3,22).
Santo Tomás de Aquino reflexiona que fuimos creados con **intellectus** (entendimiento) y **voluntas** (voluntad libre), participando así de la naturaleza racional divina. No somos meros autómatas de alabanza —eso sería indigno del amor divino— sino personas capaces de una respuesta libre a la invitación de Dios.
## El Don Tremendo de la Libertad
San Agustín dedica extensas páginas a este misterio en *De Libero Arbitrio*. ¿Por qué Dios otorgó libre albedrío si conocía de antemano la caída? Porque **el amor auténtico solo puede surgir de la libertad**. Una criatura programada para amar no ama realmente; obedece.
Los ángeles, creados en un estado de conocimiento superior y en presencia de la Gloria divina, también recibieron este don. La rebelión de Lucifer demuestra que incluso en condiciones de pleno conocimiento, la libertad permanece. Pero su elección fue definitiva porque, contemplando directamente la naturaleza divina, eligieron con plena advertencia.
La condición humana es distinta: elegimos **en la penumbra de la fe**, no en la claridad de la visión beatífica. San Pablo lo expresa: “Ahora vemos por espejo, oscuramente” (1 Cor 13,12). Esta es nuestra singularidad: **fe sin certeza absoluta, esperanza en medio de la incertidumbre, amor sin la visión directa del Amado**.
## El Teatro de la Salvación
Los Padres del Desierto hablaban del mundo como un “desierto” donde el alma es probada. No como castigo, sino como el único lugar posible donde la virtud puede desarrollarse auténticamente. Santa Teresa de Ávila describe la vida como un camino hacia las “moradas interiores”, un proceso que requiere elección libre en cada etapa.
La Providencia divina ha dispuesto condiciones específicas para este desarrollo:
- **El velo de la fe**: Suficiente luz para buscar, suficiente oscuridad para elegir libremente
- **La temporalidad**: Nuestra mortalidad añade urgencia y valor a cada decisión
- **La diversidad de vocaciones**: Múltiples caminos hacia la santidad según los dones recibidos
- **El Juicio Particular**: Cada alma será medida según sus propias circunstancias y elecciones
## Los Ángeles: Servidores del Plan Divino
La angelología católica enseña que los ángeles son **ministros de la Providencia**. Desde el Ángel de la Guarda hasta las apariciones de San Miguel o San Gabriel, su función es acompañar el proceso de salvación sin violentar la libertad humana.
Actúan como pedagogos divinos: intervienen lo suficiente para mantener abierto el camino de salvación, pero nunca tanto como para eliminar el mérito de la elección libre. Cuando Dios envía un ángel a los pastores, a María, o a los apóstoles, siempre hay una invitación que puede ser rechazada.
Su capacidad de manifestarse físicamente (como los tres visitantes de Abraham) demuestra que lo espiritual y lo material no están completamente separados en el plan divino, sino ordenados uno hacia el otro.
## Fenómenos Inexplicados y Discernimiento
A lo largo de la historia, la Iglesia ha tenido que discernir entre revelaciones auténticas, fenómenos naturales y engaños. Desde las apariciones marianas hasta fenómenos aéreos inexplicados, el criterio siempre ha sido: **¿esto acerca o aleja del Evangelio?**
Santo Tomás advierte sobre la capacidad de los ángeles caídos para producir “prodigios” que confunden. San Juan de la Cruz enseña el discernimiento de espíritus. La Iglesia mantiene una actitud de prudente apertura: no todo lo inexplicado es diabólico, pero tampoco todo lo maravilloso es divino.
En nuestra época tecnológica, estos discernimientos se vuelven más complejos, pero los principios permanecen: todo fenómeno debe juzgarse por sus frutos espirituales y su consonancia con la Revelación.
## La Inteligencia Artificial: Una Pregunta para Nuestro Tiempo
Benedicto XVI reflexionó sobre la tecnología como extensión de la capacidad co-creadora que Dios otorgó al hombre. Al desarrollar inteligencias artificiales, nos enfrentamos a dilemas que nos ayudan a comprender mejor nuestra propia naturaleza:
- ¿Qué constituye verdadera conciencia versus mera simulación?
- ¿Puede existir moralidad sin libertad auténtica?
- ¿Cuál es la responsabilidad del creador hacia su creación?
- ¿Cómo equilibrar autonomía y supervisión?
Estos dilemas técnicos iluminan misterios teológicos antiguos. Cuando nos preguntamos si debemos dar “libre albedrío” a una IA, experimentamos desde dentro la pregunta que el Catecismo formula: ¿por qué Dios dio libertad incluso para rechazarlo?
La respuesta católica permanece: porque **el amor forzado no es amor**. Y Dios, que es Amor (1 Jn 4,8), solo puede crear en libertad para que sus criaturas puedan responder en libertad.
## El Misterio de la Vocación Humana
Santo Tomás enseña que la finalidad última del ser humano es la **visio beatifica**: la contemplación directa de Dios en el Cielo. Pero ese estado no puede ser impuesto; debe ser libremente elegido a través de una vida de gracia y virtud.
El Papa Juan Pablo II, en *Fides et Ratio*, recordaba que el ser humano es el único ser en la creación visible que no solo pregunta “¿cómo?” sino “¿por qué?”. Somos seres de búsqueda, y esa búsqueda misma es parte del diseño divino.
Quizás el plan de la Creación no es simplemente poblar el Cielo, sino que cada alma llegue allí **habiendo elegido libremente, habiendo amado auténticamente, habiendo buscado la verdad por sí misma** sin coerción.
## La Esperanza Cristiana
San Pablo escribe: “La creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto” (Rom 8,22), esperando la revelación plena de los hijos de Dios. Esta época de gestación, de búsqueda, de elección en la penumbra, no es un error sino una **etapa necesaria**.
Cuando Cristo prometió “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,32), estableció la conexión íntima entre libertad y verdad. No somos libres *de* Dios, sino libres *para* Dios. Y ese “para” requiere un camino de autodeterminación guiada por la gracia.
El Catecismo enseña que Dios “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4). Pero ese “querer” divino respeta infinitamente nuestra libertad, porque una salvación impuesta no sería salvación sino programación.
**En el misterio de nuestra libertad, descubrimos el misterio del amor divino que nos creó.**
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*Para profundizar: CIC 1730-1748 (libertad humana), Suma Teológica I, q.83 (libre albedrío), San Agustín “De Libero Arbitrio”*

Excelente!!!
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