LAS DROGAS Y LAS ADICCIONES HOY

 

LAS DROGAS Y LAS ADICCIONES HOY
De los brebajes sagrados a las apuestas online: el largo camino del deseo humano

Por Felisindo Rodriguez, asistido en la redaccion por AI.

“La felicidad es una maquinita. Ustedes han abolido el dolor, la pasión, el arte, la libertad… ¡todo por un poco de confort!”
 Un mundo Feliz de Aldous Huxley

La historia de las drogas es, en el fondo, la historia de nuestra búsqueda del centro del placer. Desde los albores de la humanidad, hombres y mujeres han buscado alterar su conciencia, alcanzar estados de éxtasis, escapar del dolor o tocar algo que percibían más grande que ellos mismos. Ya sea a través de plantas sagradas en rituales chamánicos, fermentos tribales, el vino de Dionisio o los elixires alquímicos medievales, lo que siempre estuvo en juego no fue la sustancia en sí, sino una promesa: la de salir de uno mismo.

Listado de drogas y sustancias psicoactivas a lo largo de la historia

1. Culturas originarias y uso ritual / sagrado

  • Ayahuasca – Amazonia (pueblos quechuas, shipibo, etc.): bebida enteogénica usada en rituales de sanación y conexión espiritual.

  • Peyote (mescalina) – Culturas indígenas de México y el suroeste de EE.UU.: cactus alucinógeno utilizado en ceremonias religiosas.

  • Psilocibina (hongos sagrados) – Mesoamérica (mazatecos, zapotecos): uso ceremonial para visión espiritual y contacto con lo divino.

  • Iboga (ibogaína) – África occidental (Bwiti, Gabón): raíz utilizada para iniciaciones espirituales y tratamiento de adicciones.

  • Kava – Islas del Pacífico (Fiyi, Tonga, Vanuatu): bebida sedante usada en rituales sociales y religiosos.

2. Culturas clásicas y antiguas

  • Vino – Grecia y Roma: bebida central en cultos dionisíacos, banquetes y celebraciones religiosas.

  • Opio – Mesopotamia, Egipto, Grecia: analgésico natural y objeto de comercio sagrado; más tarde, base de la morfina y la heroína.

  • Soma (posiblemente cannabis, hongos o efedra) – India védica: bebida sagrada mencionada en los textos védicos; misteriosa en su composición.

  • Cannabis – China, India, Medio Oriente: usado como planta medicinal, mística y recreativa desde tiempos antiguos.

  • Mandrágora y beleño – Europa medieval: plantas alucinógenas asociadas con rituales mágicos y "brujería".

3. Época moderna y colonial

  • Tabaco (nicotina) – América indígena, luego globalizado por Europa: planta sagrada en muchos pueblos originarios; convertido en hábito recreativo.

  • Coca (hojas) – Andes (quechuas, aymaras): masticada para resistencia física y comunión con la Pachamama; derivó en la cocaína moderna.

  • Café y té (cafeína) – Arabia, África oriental, China, India: bebidas estimulantes integradas a la vida social y espiritual (sufismo, budismo).

  • Alcohol destilado (ron, whisky, vodka, etc.) – Europa y colonias: generalización del consumo de bebidas alcohólicas como hábito cultural y luego adictivo.

4. Época contemporánea

  • LSD – sintetizado en 1938, popularizado en los años 60: psicoactivo potente con influencia en movimientos espirituales y artísticos.

  • MDMA (éxtasis) – sintetizado en el siglo XX, usado recreativamente y hoy estudiado para psicoterapia.

  • Ketamina – anestésico disociativo; en la actualidad, explorado como antidepresivo.

  • Fentanilo y opioides sintéticos – crisis sanitaria actual, especialmente en EE.UU.

  • Metanfetaminas y derivados sintéticos – consumo recreativo y problemático extendido.

  • Cannabis (uso legalizado/recreativo/medicinal) – legalizado en varios países; debate en curso sobre sus efectos y beneficios.

5. Drogas conductuales (sin sustancia, pero adictivas)

  • Juegos de azar – desde formas tradicionales hasta apuestas online: activan los mismos circuitos dopaminérgicos que las drogas químicas.

  • Pornografía digital – altamente adictiva por estimulación constante e instantánea.

  • Redes sociales, videojuegos, consumo de noticias – nuevas formas de dopamina sin pausa.

El cuerpo humano, con su sofisticada química interna, se construyó para sostener cierto equilibrio. Pero cuando la dopamina, neurotransmisor clave en los circuitos de recompensa, se activa fuera de contexto —es decir, sin el proceso natural del esfuerzo, la espera o el sentido—, empieza la trampa. Esa trampa no es la droga, sino el atajo. Y ahí comienza la adicción: una repetición vacía que ya no produce gozo, sino vértigo.

Del éxtasis al vértigo

El éxtasis tiene algo de elevación, de salida fecunda de sí. No es solo placer: es plenitud. El vértigo, en cambio, es caída. Es una fuga hacia abajo, sin centro, sin dirección, sin memoria.

La historia de las drogas refleja esta tensión. Algunas culturas supieron integrar el uso de sustancias dentro de contextos rituales, comunitarios, significativos. Allí la alteración del estado mental no era un fin, sino un medio hacia una mayor comunión o revelación. Pero cuando se rompe esa contención —cuando el símbolo se convierte en producto, el rito en consumo, la espera en inmediatez—, la misma sustancia puede volverse devastadora.

El siglo XX llevó esta lógica al extremo. La revolución farmacológica, la anestesia emocional y la sociedad del consumo aceleraron un fenómeno inédito: por primera vez, la humanidad podía doparse sin fricción, sin contexto, sin relato. El placer se volvió un derecho inmediato. Y con él, llegó la epidemia silenciosa de las adicciones: no solo a sustancias, sino a pantallas, a likes, al porno, al azúcar, a la validación constante.

En ese marco, resuena como una advertencia profética la novela Un mundo feliz de Aldous Huxley. Allí, la droga soma se ofrece como solución química al malestar, garantizando obediencia y bienestar artificial. Un mundo sin dolor, pero también sin libertad, sin verdad, sin profundidad. Una distopía que parecía ficción, pero que hoy se aproxima peligrosamente a ciertas realidades donde el consumo sustituye al sentido.

Las nuevas drogas: la pornografia y las apuestas online

Hoy, las adicciones más allá de las drogas, tiene un rostro nuevo y sin olor: la pornografía y las apuestas en línea. No necesitan una jeringa, ni un dealer, ni un sótano oscuro. Viven en el celular, con interfaces coloridas y promesas placer o de fortuna instantánea. Pero activan el mismo circuito: el centro del placer dopaminérgico. La diferencia es que el estímulo es aún más veloz, más intermitente, más adictivo.

El jugador no se droga con una sustancia, sino las imágenes y con la expectativa. En las apuestas la promesa del premio activa la dopamina más que el premio mismo. Cada jugada es una microdosis de posibilidad. Y la caída, cuando llega, ya no es solo económica: es existencial. Porque lo que está en juego no es solo el dinero, sino el sentido.

¿Qué nos falta?

¿Por qué el alma moderna, con todo lo que tiene, sigue buscando vértigo en vez de éxtasis? Porque hemos olvidado la pedagogía del deseo. En lugar de formar el corazón para el bien, para la belleza y la entrega, lo hemos dejado a merced del mercado. Y el mercado sabe perfectamente cómo diseñar placer sin profundidad.

Pero el deseo no es malo. No es el enemigo, ni una trampa del cuerpo. Al contrario: es una brújula interior, un GPS hacia lo Alto. Nos habla de que fuimos creados para más, para algo que el mundo por sí solo no puede darnos. El deseo es señal de que en el fondo anhelamos plenitud, eternidad, comunión.

La espiritualidad auténtica no consiste en reprimir los sentidos ni apagar el placer, como si fueran peligros a evitar. Al contrario: se trata de purificarlos, de elevarlos, de darles un cauce. El camino espiritual es un arte delicado: el de convertir el deseo de placer en hambre de comunión, el impulso inmediato en vínculo duradero, el estímulo fugaz en entrega estable.

No negamos el placer. Lo reorientamos. Lo reconocemos como un lenguaje, un impulso natural que busca una respuesta más honda. En ese camino, la dopamina deja de ser adicción para convertirse en recompensa del amor verdadero, del sentido, del vínculo fecundo con los demás y con Dios.

Una esperanza

Quiero terminar con una convicción que me acompaña: el alma humana siempre conserva una rendija hacia la luz. Por muy atrapado que uno esté, hay algo dentro —más profundo que cualquier dopamina— que no se deja comprar.  Para algunos, será la dignidad, el amor, o el llamado a una vida con sentido.
Para los creyentes esa chispa, es la presencia de Dios. Es el llamado de un Padre amoroso, que siempre va a esperar a sus hijos con los brazos abiertos.

Recuperar el centro del placer no es negarlo, sino sanarlo. Pasar del vértigo al éxtasis, del impulso al encuentro. Y quizás, volver a mirar la vida no como una apuesta, sino como una entrega.


Referencias y bibliografía para el lector

Textos del autor en Distrito 9:

  • Aldous Huxley, Un mundo feliz (Brave New World), 1932.
    Una distopía donde el dolor y el conflicto han sido eliminados mediante el uso de la droga soma, a costa de la libertad y la profundidad humana.

Referencias científicas y filosóficas:

  • Anna Lembke, Dopamine Nation: Finding Balance in the Age of Indulgence, 2021.
    Excelente libro de divulgación sobre cómo el sistema de recompensa cerebral puede ser secuestrado por los estímulos modernos.

  • Gabor Maté, In the Realm of Hungry Ghosts, 2008.
    Una visión compasiva y profunda de las adicciones como expresión de vacíos emocionales y traumas no resueltos.

  • Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido, 1946.
    Fundamento existencial de la necesidad de sentido como antídoto contra el vacío, la adicción y la desesperanza.

  • Michel Desmurget, La fábrica de cretinos digitales, 2019.
    Estudio del impacto neurológico y social del consumo digital sobre el cerebro humano, especialmente en jóvenes.

Recursos adicionales:

  • Artículos en PubMed y Google Scholar sobre "dopamine and gambling addiction", "neuroplasticity and reward systems", "ritual use of psychoactive substances".
    Recomendación de búsqueda: comenzar por las publicaciones de la American Journal of Psychiatry y Nature Neuroscience.


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